
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Lila. Esta niña era muy curiosa y siempre tenía mil preguntas en la cabeza, pero había algo que le daba mucho miedo: el Bosque Oscuro. Ese bosque estaba lleno de árboles altos y espesos, y todos decían que por allí vivía un dragón gigante que asustaba a todo el que se acercaba.
Un día, Lila decidió que ya no quería tener miedo. “¡Voy a ser valiente!”, pensó. Así que, con su mochila llena croissants de chocolate de su panadería favorita, una linterna brillante, su libro de apuntes, su pulsera de la suerte y su peluche favorito, el valiente Conejo Pompón, salió caminando hacia el Bosque Oscuro.
Al principio, los árboles eran tan altos que el sol apenas tocaba el suelo, todo estaba bastante oscuro. El viento susurraba entre las ramas, y Lila escuchaba ruidos extraños. “¡Es solo el viento!”, se decía a sí misma. Pero al dar unos pasos más, escuchó algo que la hizo detenerse: Un… ¡rugido gigante!.
—¿Qué fue eso? —preguntó Lila, abrazando fuerte a su Conejo Pompón.
El rugido sonaba más cerca, y Lila tembló un poquito. Pero pensó en su mamá, que siempre le decía: “Cuando tengas miedo, respira hondo dos veces y sigue adelante valiente.” Así que, Lila respiró profundamente cuatro veces, por si acaso, dio un paso más y… ¡se encontró con un árbol gigante que parecía una puerta!.
El árbol tenía una rendija, y dentro se veía algo brillante. Curiosa, Lila empujó la rendija con sus manos y entró. Al otro lado, para su sorpresa, encontró una pequeña casa. “¿Quién vive aquí?”, pensó. De repente, la puerta se abrió y salió un pequeño dragón de colores brillantes. ¡No era gigante, ni aterrador!.
—Hola, soy Ziki, el dragón del Bosque Oscuro. ¿Qué haces aquí?.
Lila, sorprendida, respondió:
—Vengo a enfrentar mis miedos. ¡Pensé que eras un dragón gigante y aterrador!.
Ziki rió con una risa muy divertida y le explicó:
—Yo solía ser grande y asustaba a todos, pero con el tiempo me di cuenta de que en realidad soy pequeño y solo quería hacer amigos, y esa manera no era adecuada para hacerlos. El bosque parece oscuro porque la gente nunca se para y no se atreve a verlo realmente bien. ¿Te gustaría explorarlo conmigo?.
Lila, que ya no tenía miedo, aceptó. Juntos recorrieron el bosque, y Ziki le mostró todas las maravillas que escondía. Había flores que brillaban en la oscuridad, animales que cantaban canciones, árboles que parecían bailar al ritmo del viento y hasta enormes cascadas bellísimas.
Lila, ya no temía. Descubrió que el Bosque Oscuro no era tan aterrador como pensaba, y Ziki le enseñó que la mayoría de veces los miedos solo existen en nuestra imaginación y que casi nunca se cumplen. Al final del día, Lila le dio un abrazo a Ziki y le agradeció por mostrarle el verdadero corazón de aquel bosque maravilloso.
Cuando regresó a su casa, Lila sabía que había superado su miedo. Se sintió más valiente que nunca. Y siempre que alguien le hablaba del Bosque Oscuro, Lila sonreía y decía:
—¡Es el lugar más bello y divertido del mundo!. ¡Solo hay que ser valiente para explorarlo y no tener miedo a lo desconocido!.
Y colorín colorado, así, Lila aprendió que, a veces, lo que más tememos es solo un gran misterio esperando a ser descubierto, porque los miedos solo crecen en nuestra imaginación, y con valentía, curiosidad y ganas, todo se puede superar y conseguir.
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