Había una vez en la selva una león llamado Leo. Leo no era un león cualquiera; tenía una imaginación desbordante. Cada noche, antes de dormir, soñaba que podía convertirse en diferentes animales y vivir aventuras increíbles.

Una noche, mientras miraba las estrellas, pensó: «¿Y si fuera un águila?» En su sueño, Leo extendió sus grandes alas doradas y voló alto por el cielo. Desde las nubes, vio a sus amigos de la selva. «¡Miren, soy un águila!», gritó. Todos lo miraron sorprendidos mientras él hacía giros y acrobacias en el aire. Pero al tratar de aterrizar, ¡se dio cuenta de que no sabía cómo! Terminó en un árbol, donde un grupo de monos lo aplaudía, riendo. «¡Eres un águila muy torpe!», le dijeron.

Despertó riéndose y pensó: «¡Ahora quiero ser un mono!» Esa noche, se imaginó balanceándose de rama en rama, haciendo travesuras con sus nuevos amigos. «¡Soy el rey de los monos!», gritó mientras lanzaba plátanos al aire. Pero, ¡oh sorpresa! Un plátano le cayó en la cabeza. «¡Eso duele!», se quejó, y todos los monos estallaron en carcajadas.

Al día siguiente, decidió probar algo diferente. «¡Hoy seré un tiburón!» En su sueño, nadaba en el océano, sintiéndose ágil y poderoso. “¡Miren cómo nado!”, exclamó, mientras se deslizaba entre los peces. Pero de repente, se dio cuenta de que había un grupo de delfines que lo seguían. «¿Nos enseñas a nadar, tiburón?», le preguntaron. Leo, con su corazón de león, se sintió un poco asustado, pero sonrió y dijo: «¡Claro! ¡Acompáñenme!» Nadaron juntos, pero cuando intentó hacer un salto como los delfines, ¡splash! Se cayó de boca en el agua y los delfines se rieron a carcajadas.

Cada noche, Leo soñaba con ser un nuevo animal. Un día fue un elefante y se dio cuenta de lo divertido que era hacer llover con su trompa, aunque terminó empapado. Otro día, se convirtió en una tortuga y se quedó dormido mientras paseaba lentamente por la orilla, y sus amigos tuvieron que buscarlo.

Finalmente, una noche, Leo se dio cuenta de que no necesitaba ser otro animal para vivir aventuras. Él era un león valiente, y eso ya era increíble. Así que se quedó en la selva, invitando a todos sus amigos a jugar. «¡Vamos a hacer nuestra propia aventura!», les dijo. Y así, con un rugido poderoso y su gran imaginación, Leo se convirtió en el rey de las aventuras de la selva, ¡sin necesidad de convertirse en otro animal!

Desde entonces, cada noche, soñaba no con convertirse en otros animales, sino en inventar historias y juegos, donde todos sus amigos eran parte de la diversión. Y así, el león soñador vivió feliz, creando mil aventuras con su imaginación y su gran corazón.

Y colorín colorado, ¡este cuento de los mil y un animales se ha acabado!.

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