Las misiones del pequeño Álvaro, el Policía Superdivertido

Había una vez un niño llamado Álvaro, que tenía un sueño gigante, más gigante que el mayor rascacielos que hay en Nueva York, y era: ¡ser policía cuando fuera mayor, como lo fue su abuelito!. Desde que era pequeño, siempre veía a los policías en la televisión o cuando iba camino del colegio, con sus uniformes brillantes y sus coches con luces que hacían «¡wuuuuuu!» por las calles. Pensaba que ser policía debía ser lo más emocionante del mundo.

Un día, mientras jugaba con sus juguetes en su cuarto, decidió que ya no podía esperar más. ¡Era hora de entrenar para ser el mejor policía del planeta!. Así que corrió al armario, sacó su disfraz de policía (uno que su mamá le había comprado para el Carnaval), y se lo puso. ¡Estaba tan emocionado que se metió la pierna por el brazo, la otra pierna por el cuello y se puso la gorra del revés, pero no le importaba! ¡Era un policía preparado y listo para todo!.

Álvaro se miró al espejo y pensó: “¡Voy a salvar el mundo, me llamaré el Policía Superdivertido!”. Y sin perder tiempo, salió corriendo de su cuarto como si estuviera en una misión secreta.

Su primer caso fue muy serio. ¡Su hermana Valentina había dejado sus muñecas esparcidas por toda la casa!. Álvaro con su voz más seria de policía, gritó: “¡Alto! ¡No se puede dejar a las muñecas fuera de sus casitas! Esto es un crimen muy peligroso”. Cogió todas las muñecas y las metió en una caja. Pero justo en ese momento, su perro Max se lanzó sobre él y comenzó a “secuestrar” a las muñecas una a una. ¡Era un rescate urgente!. Max corría por toda la casa, ¡hasta había enterrado a alguna por el jardín!. Mientras Álvaro, con su gorra torcida, trataba de atraparlas una a una. ¡Qué lío tan divertido, pero conseguiré rescatarlas a todas y llevarlas a un lugar seguro, en aquella estantería Max no llegará!.

Después, escuchó un grito: “¡Ahhhhh, Álvaro, necesitamos tu ayuda!”. Era su mamá, que estaba en la cocina. Cuando él llegó, vio algo terrorífico: ¡la caja de galletas estaba abierta y casi todas las galletas habían desaparecido!. “¡Esto es un gran robo de galletas!”, exclamó Álvaro muy serio, como si estuviera en una película de acción, fue corriendo a su habitación y cogió una enorme lupa de juguete. Comenzó a investigar por toda la cocina, levantando cada plato, cada cuchara, cada servilleta, buscando huellas o migas de galletas para poder encontrar al ladrón. Finalmente, descubrió el culpable: ¡su papá, que se estaba comiendo todas las galletas mientras veía televisión!. “¡Alto! ¡Estás arrestado por robar galletas!”, le dijo a su papá que lo miró con ojos como platos y muy sorprendido mientras se reía a carcajadas. Y para que todo fuera justo, Álvaro se comió la última galleta de la caja como parte de su recompensa por haber resuelto aquel misterioso robo.

Pero la misión más grande de todas estaba por empezar. Álvaro salió al jardín con su patinete para patrullar. Allí, vio a su hermana Valentina con una manguera, llenando todo de barro y empapando a todos los árboles, las flores, a su perrito Max y hasta al gato de la casa de al lado… . ¡Todo era un caos!. La manguera comenzó a hacer ruidos raros, como si estuviera disparando agua por todos lados, pues se había hecho un nudo y estaba a punto de explotar. “¡Esto es una invasión de agua! ¡Necesito un plan de rescate, va a explotar!”, gritó Álvaro que se lanzó a toda velocidad, saltando por encima de la mesa de jardín, trepando por una silla, chutando una pelota para dejar el camino libre, hasta saltó por encima de Max dando una gran voltereta y cuando menos lo esperaba… ¡chassssh, la manguera apuntó directo hacia él y lo mojó de pies a cabeza! “¡Ahhh! ¡Operación ‘al agua patos’ ha fallado!”, dijo el niño como si estuviese hablando por un walkie talkie con una gran carcajada, mientras su hermanita, tan tranquila, seguía echándole agua y más agua con la manguera como si estuviese regando macetas con mil flores.

Pero lo que Álvaro no sabía es que su mamá había estado mirando todo desde la ventana de la cocina. “¡Álvaro! ¡Es hora de una misión aún más importante!”, le llamó para darle una toalla para secarse. “¡Tu última misión por hoy, es hora de salvar el baño!”. Y claro, Álvaro, tan valiente, fue a rescatar el baño de los calcetines sucios que su otro hermano pequeño había metido en la bañera. ¡Eso sí que era una misión peligrosa y bastante apestosa!.

Después de tantas aventuras, Álvaro estaba cansado, pero muy feliz de haber podido ayudar y proteger a su familia de increíbles catástrofes. El niño, por fin, se sentó en su cama, se quitó la gorra ya medio caída y pensó: “Ser policía es muy divertido, pero también es importante ayudar a los demás y ser valiente, aunque a veces pasa un poco de lío, todo termina solucionándose, ¡quiero ser ya mayor y ser el mejor policía de todos!”.

Y colorín colorado, a veces, los sueños más divertidos pueden tener un poco de complicaciones, pero siempre hay que ser valiente y ayudar a los demás con mucho cariño y una sonrisa. ¡Porque ser un superhéroe no siempre es fácil, pero sí muy divertido!.

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