Había una vez, un mes muy especial en el calendario, pues era diciembre y se celebraba la semana de Navidad, y en la cocina de la casa de los Pérez, algo muy raro estaba sucediendo. Las galletitas de jengibre, que siempre estaban tranquilas y ordenadas en sus cajitas, ¡habían cobrado vida!. Sí, lo has oído bien. Las galletitas de jengibre, con sus pequeños ojos de caramelo y sus botones de glaseado, estaban a punto de organizar, en secreto, la fiesta más grande de todas.
La galleta líder, llamada Gigi, era una galletita de jengibre con una gran sonrisa y un sombrero de azúcar. Ella había tenido una idea increíble: ¡iban a hacer una fiesta de Navidad para todas las galletas de jengibre del mundo!. Así que, se puso a dar órdenes.
—“¡Vamos, chicos! ¡Es hora de preparar la gran fiesta! ¡Necesitamos luces, música y, sobre todo, mucha, mucho chocolate de todos los colores!”.
Las galletitas de jengibre comenzaron a moverse rápidamente. Algunas se encargaron de poner luces de colores por todo el horno, otras decoraron el árbol de Navidad con chispas de azúcar y algunas más se metieron en el bol lleno de chocolate para cubrirse enteras. ¡Qué delicioso desastre se estaba armando!.
—»¡Ay, Gigi, creo que me he quedado pegada al plato, socorrooooooooo!» —dijo una galletita llamada Pepita, mientras intentaba zafarse del azúcar glass.
—»¡No te preocupes, Pepita! Eso solo significa que estás lista para bailar, ¡todos los pegajosos están más que invitados!» —respondió Gigi, con una risa contagiosa.
La fiesta comenzó con la llegada del gran invitado, el “Galletón de Jengibre,” un enorme galletón con un bigote de chocolate y una capa de dulce de leche. ¡El Galletón de Jengibre era famoso por su habilidad para contar chistes y hacer reír a todos!.
—“¿Qué le dice una galleta de jengibre a otra galleta de jengibre cuando le cae encima un poco de azúcar glas?” —gritó el Galletón de Jengibre, mientras hacía una pausa dramática. «¡Por fin está nevando!».
¡Las galletitas estallaron en carcajadas! Se rieron tanto que casi se cayeron del plato.
Luego llegó la parte más divertida de la fiesta: ¡el concurso de baile!. Cada galletita tenía que demostrar sus mejores movimientos. Gigi comenzó con un “baile del espiral de jengibre,” donde giraba alrededor de sí misma mientras hacía saltitos hasta… ¡ploooofffff!, caer en el tazón de la leche y salpicando media cocina. ¡Aquello era un espectáculo, las galletas estaban viviendo la fiesta más divertida del año!.
Pepita, por su parte, intentó un baile de “deslizamiento de azúcar” con doble salto mortal hacia atrás, pero terminó deslizándose hasta la esquina de la mesa y chocando contra un tarro de mermelada y partiéndose un brazo de galleta.
—»¡Oh no, Pepitaaaaa, vaya torta chica! ¡Y encima nos has llenado a todas de mermelada de fresa!» —gritó Gigi partida de risa, aunque partida estaba la galleta Pepita, vaya trompazo más divertido.
Así, la fiesta siguió con más risas y travesuras. Las galletitas comenzaron a jugar al “escondite” por toda la cocina, corriendo entre las tazas de té, el tazón de leche, y por todos los cajones y armarios. Pero cuando alguien preguntó por el Galletón de Jengibre, nadie lo encontró.
—»¿Dónde está el Galletón?» —preguntó Gigi, preocupada.
De repente, todos escucharon una risa proveniente de la nevera.
—“¡Estoy atrapado! ¡Ayuda, que me metí en la leja de los pasteles y ahora no puedo salir!” —dijo el Galletón de Jengibre, mientras intentaba empujarse hacia afuera, cubierto de crema de los pasteles que se había estado zampando.
Las galletitas corrieron a ayudarle. Juntos, empujaron y empujaron hasta que finalmente el Galletón salió con una sonrisa de oreja a oreja.
—“¡Lo logré! ¡Gracias, amigos! ¡Ahora, a seguir celebrando, voy a bailar un buen rato para que me baje el azúcar!”.
Finalmente, la fiesta terminó con una gran lluvia de chispitas de chocolate y caramelos. Las galletitas de jengibre se sentaron a descansar en su plato, satisfechas, con las barrigas llenas de cobertura de chocolate y los corazones llenos de alegría.
Gigi, mirando a sus amigos, dijo:
—»¡Esta ha sido la mejor fiesta de todas! La Navidad es aún más divertida cuando la compartes con los amigos.»
Y así, entre risas y bailes, las galletitas de jengibre de Navidad se quedaron dormidas en su plato, esperando la próxima gran fiesta… o tal vez la siguiente aventura en el horno.
Y colorín colorado, este cuento mágico de las galletitas de jengibre de Navidad ha terminado.
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