La princesa Eva y su corona mágica de chocolate

Había una vez, en un reino muy, muy lejano, una niña llamada Eva, que tenía una imaginación tan grande como el sol. Un día, decidió ir al parque a jugar con sus mejores amigos: ¡un montón de gatos traviesos y unas ardillas que sabían hacer trucos espectaculares!.

Eva estaba sentada en un banco, cuando un gato blanco llamado «Pelusa» se le acercó y, ¡puuuuuuf!, de un salto, le puso un sombrero de copa mágica en la cabeza. Eva, muy curiosa, preguntó:
—¿Pelusa, qué es esto?.
Pelusa, con voz misteriosa, respondió:
—¡Este es un sombrero mágico que puede convertirte en princesa!.
Eva se rió, porque sabía que los sombreros no hablaban, pero igualmente se lo puso. De repente, ¡BOOOOOOM! Eva se transformó en una princesa, con un vestido de colores brillantes y una corona mágica de chocolate y perlas sobre su cabeza.

Pero antes de que pudiera decir «¡guauuuuu!», una ardilla llamada «Saltarina» apareció dando volteretas.
—¡Eva, princesa! ¡Te necesitamos! —gritó Saltarina—. ¡Hay un problema en el bosque!.

Eva, ahora princesa, subió a su caballo, que en realidad era una bicicleta con ruedines(¡y también tenía una campanita que sonaba muy fuerte y dejaba sordos a todos al pasar!), y entonces, corrió y corrió… tan deprisa hasta que llegó al bosque a ver qué pasaba. Cuando llegó, se encontró con un grupo de gatos que jugaban al fútbol… ¡con un globo rosa gigante!.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Eva.
—¡Ayudaaaaaa, princesa! —dijo uno de los gatos—. El globo rosa gigante está rodando hacia la casa de la malvada Reina Ardilla y no sabemos cómo detenerlo.

Eva pensó por un momento, luego se puso su sombrero mágico y gritó, haciendo unos trucos mágicos con sus manos y dando dos volteretas, una hacia adelante y otra hacia atrás, dos saltitos hacia el lado, más tres vueltas sobre sí misma… hasta que ya acabó mareada, por fin dijo:
—¡Baaaaasta, globo travieso, deteeeeeente o terminarás desinflado y arrugado como una pasa!.
Y, por arte de magia, el globo rosa se paró de repente. Todos los animales aplaudieron y Eva, con una gran sonrisa, se sentó en el suelo, rodeada de gatos, ardillas y hasta una tortuga que había llegado a ver la acción.

—¡Eva, eres la mejor princesa de todas! —dijo Saltarina.
Y así, entre risas y abrazos, Eva siguió siendo la princesa más genial del reino, ¡siempre acompañada por gatos traviesos, ardillas saltarinas y su corona de chocolate con perlas!.

Y colorín colorado, ¡este cuento encantado de la princesa Eva ha terminado!.

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