Había una vez, en un rincón escondido del bosque de Lululandia, una hada mágica llamada Flora, que no era como las demás hadas. Mientras que todas las hadas tenían el cabello de colores suaves como el azul o el blanco, Flora tenía el pelo rosa… ¡pero no un rosa normal!. ¡Era un rosa tan brillante que parecía tener luz propia! El cabello de Flora era tan brillante que, si la mirabas muy de cerca, podías ver reflejados arcoíris y hasta las estrellas.
Flora era una hada muy traviesa, ¡y le encantaba hacer bromas! Un día, decidió que quería hacer una gran aventura y… ¡no quería hacerlo sola! Así que se acercó a su mejor amigo, Pico el Pato, que siempre llevaba un sombrero de pirata, aunque no era pirata ni nada por el estilo.
«¡Pico, hoy vamos a hacer algo increíble! ¡Voy a usar mi magia para hacer que las nubes bailen!», dijo Flora saltando de un lado a otro.
«¿Nubes bailando?» preguntó Pico, mirando las nubes en el cielo. «Eso suena un poco… raro, Flora…»
«¡Ya lo verás!», dijo Flora con una sonrisa traviesa.
Entonces, Flora agitó su varita mágica y, en un abrir y cerrar de ojos, ¡las nubes comenzaron a bailar! ¡Sí! ¡Bailaban! Unas hacían piruetas, otras se ponían en forma de conga, y hasta las más grandes se dieron vueltas en círculos como si fueran a bailar salsa.
«¡Wooooow! ¡Las nubes están de fiesta!», exclamó Pico mientras saltaba de alegría. Pero, claro, no todo podía salir bien en una aventura con Flora. De repente, una nube se tropezó con otra y… ¡BOOM! ¡Se deshizo en un millón de gotitas de agua que cayeron sobre ellos como una lluvia de confites!.
«¡Esto está loco!», gritó Pico mientras corría para esquivar las gotas que caían como si fueran pelotitas de ping pong.
Pero Flora no se detuvo ahí. «¡Pico, ahora vamos a hacer que los árboles cuenten chistes!», dijo mientras hacía un movimiento con su varita. En un instante, todos los árboles comenzaron a reír a carcajadas. ¡Algunos contaban chistes de osos, otros de ratones bailarines y hasta uno de un árbol que fue a un spa!.
«¿Por qué el árbol fue al dentista?. Porque tenía hojas sueltas», dijo un árbol con una risa que sacudió sus hojas.
Pico estaba a punto de reírse tanto que se le caía el sombrero, cuando de repente Flora pensó en algo aún más loco. «¡Voy a hacer que las estrellas jueguen al escondite!»
Flora agitó su varita y, ¡ZAP! Las estrellas comenzaron a moverse de lugar en el cielo, desapareciendo detrás de nubes y reapareciendo en lugares diferentes. ¡Parecía que las estrellas estaban jugando una partida gigante de escondite!
Pero, por supuesto, en medio de todo esto, Flora no se dio cuenta de que su pelo rosa tan brillante estaba causando problemas. Cada vez que se movía, su pelo dejaba un rastro de purpurina brillante. ¡Era como si una lluvia de brillo estuviera cayendo por todo Lululandia! Las hadas del bosque pensaron que era una nueva lluvia mágica y empezaron a bailar, y luego se unieron las ardillas, los conejos y hasta los búhos. ¡Todo el bosque estaba de fiesta!.
Flora y Pico terminaron su aventura cubiertos de brillo, riendo a carcajadas. Mientras volvían a su casita, Flora le dijo a Pico: «Hoy ha sido el mejor día de todos. Pero el año que viene… ¡quiero hacer que los árboles canten ópera!».
Y Pico, con una sonrisa, le contestó: «¡Y yo quiero que las ardillas hagan stand-up! ¡Esto va a ser épico!».
Y así, Flora, la hada de pelo rosa, siguió viviendo increíbles y muy divertidas aventuras, haciendo reír a todos en el bosque y dejando siempre un rastro de purpurina y risas.
Y colorín colorado, este cuento de risas de Lululandia ha acabado.
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