Había una vez un pequeño dragón llamado Dracito que vivía en el mágico planeta Dragón, donde el cielo siempre era de un color azul brillante y las nubes eran de algodón de azúcar. Pero Dracito no solo era especial por su brillante escamas verdes; ¡era un gran amante de los batidos de fruta!
Dracito tenía un sueño: quería probar el batido más delicioso del mundo. Así que un día decidió que viajaría a todos los países donde siempre era verano para encontrar el batido perfecto.
Su primera parada fue en la Isla de la Piña. Cuando llegó, se encontró con un grupo de frutas parlantes que estaban organizando una fiesta. “¡Hola, Dracito!” dijeron las piñas. “¿Te gustaría un batido de piña?”
“¡Claro que sí!” exclamó Dracito, mientras se imaginaba un batido espumoso. Pero cuando lo probaron, el batido era tan espeso que se quedó atrapado en su nariz. ¡Dracito estornudó tan fuerte que hizo volar a las piñas por los aires! “¡Parece que no es el batido adecuado!” rió Dracito mientras las piñas volaban en círculos.
Después de eso, Dracito voló hacia la Tierra de los Mangos. Allí, una abuela mango lo recibió con los brazos abiertos. “¡Te haré el mejor batido de mango que hayas probado!” prometió. Pero cuando lo probó, el batido era tan dulce que Dracito empezó a bailar de felicidad. ¡Pero bailó tanto que, sin querer, derrapó y se deslizó en un charco de mango, salpicando a todos!
Los mangos se reían y decían: “¡Ese sí que es un baile jugoso!” Pero, de nuevo, Dracito sabía que no era el batido perfecto. Así que siguió su aventura.
La siguiente parada fue en el Valle de las Fresas. Allí, conoció a un grupo de fresas que llevaban sombreros de fiesta. “¡Dracito, ven a nuestra fiesta de batidos de fresa!” gritaron.
“¡Sí, por favor!” respondió Dracito, emocionado. Pero cuando probó el batido, se dio cuenta de que estaba tan frío que le congeló la lengua. ¡Dracito trató de hablar, pero solo podía emitir sonidos como “brrr!” y todos los fresas se reían a carcajadas!
Finalmente, un pequeño kiwi, que estaba observando todo, se acercó y dijo: “¿Por qué no pruebas el batido que yo hago? Es una mezcla de todas las frutas del planeta Dragón”.
Dracito, intrigado, lo siguió hasta una hermosa cascada de frutas. El kiwi comenzó a mezclar piñas, mangos, fresas, y un toque de helado. Cuando estuvo listo, le dio un gran vaso a Dracito.
“¡Aquí tienes!” dijo el kiwi. Dracito lo probó y, de repente, su cara se iluminó. Era el batido más delicioso que había probado en su vida: dulce, cremoso y lleno de sabores.
“¡Es perfecto!” gritó Dracito, mientras volaba en círculos de alegría. Decidió que debía compartirlo con todos sus nuevos amigos. Entonces, llenó montones de vasos y los llevó a cada rincón del planeta Dragón. Todos se unieron a la fiesta y celebraron bailando y riendo.
Desde ese día, Dracito se convirtió en el embajador de los batidos de fruta, y cada verano viajaba a todos los países para compartir su batido especial. Y siempre que alguien lo probaba, se reía y decía: “¡Es el batido más divertido del mundo!”
Y colorín colorado, ¡que nunca falten los sabores en el planeta Dragón, y este cuento de batidos y risas ha terminado!.
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