Un día, Clara decidió ir al zoo con su mamá. ¡Qué emoción!. Pero no sabía que ese día sería el más loco de todo ese mes. Al llegar, vio a un león enorme que estaba bostezando bajo un árbol. Clara, valiente como ella sola, se acercó a la verja con una sonrisa y le dijo:
—¡Hola, león! ¿Estás dormido?.
El león levantó la cabeza, la miró y dijo:
—¡No! ¡Estoy practicando para mi siesta! ¿Quieres ser mi entrenadora de siestas?.
Clara se quedó sorprendida, pero aceptó y comenzó a dar instrucciones:
—¡Cierra los ojos! ¡Respira profundamente! ¡Y… a dormir!.
El león empezó a roncar tan fuerte que las hojas de los árboles comenzaron a caer. Clara despeinada por el airazo del ronquido, entre risas, siguió su camino. ¡Misión conseguida!, dijo la niña.
Siguió caminando por el zoo y se encontró con un elefante muy juguetón. El elefante, al ver a Clara, levantó su trompa y la llamó:
—¡Clara! ¡Ven aquí y hazme cosquillas en mi trompa!.
Clara, con cara de asombro, aceptó el reto. Puso su dedo en la trompa y, ¡sorpresa!, ¡el elefante empezó a reír tanto que hizo temblar el suelo!.
—¡Eso fue divertido! —dijo el elefante entre risas—. Ahora hazme cosquillas en mis orejas.
Clara, entre carcajadas, se fue saltando al siguiente animal.
De repente, vio a un mono muy travieso en un árbol. El mono, al ver a Clara, le lanzó una gran banana y gritó:
—¡Atrápala Clara! ¡Si no la atrapas, te haré un peinado muy raro!.
Clara, corriendo, trató de atrapar la banana, pero el mono saltó de árbol en árbol haciendo travesuras. Finalmente, Clara se resbaló y cayó en una charco de barro, ¡ploooffff!. El mono, como le prometió le dijo: ¡Te has hecho un peinado de barro, ves como iba a ser muy raro!.
Clara, sin inmutarse, se levantó, se sacudió y siguió su camino. «No pasa nada, Clarita, tampoco está tan mal este nuevo look de barro, ¡es como un disfraz de superhéroe! jajajajaja», se dijo a sí misma mientras se reía. «¡Vamos, que la aventura no pare!». Y con una gran sonrisa, siguió adelante.
De repente, vio una jirafa altísima que la miraba con curiosidad. Clara, alzando la vista, la saludó:
—¡Hola, jirafa!.
La jirafa, con voz suave y tranquila, contestó:
—¡Hola! ¿Sabes qué? Hoy estoy tan alta que puedo ver el futuro. ¿Te gustaría saber qué va a pasar después?.
Clara, con los ojos como platos, respondió:
—¡Oooohhhh, sí, por favor! ¡Dime, dime! ¿Me va a tocar un helado gigante o algo increíble?.
La jirafa bajó su largo cuello lentamente, la miró fijamente y con tono misterioso dijo:
—¡Vas a seguir sonriendo todo el día, y vas a reírte un montón con tus nuevos amigos del zoo! Y cada vez que regreses… ¡todos te harán cosquillas hasta que te duelan las costillas!.
Clara se quedó parada un segundo, y luego, empezó a reírse tan fuerte que el eco de su risa hizo saltar a un pato que estaba cerca, ¡y el pato se unió a su risa!, y la jirafa, el elefante, el mono, el león, … . Clara, entre risas, pensó: «¡Este ha sido el día más loco y divertido de toda mi vida, si los animales nooooo hablaaaaaan jajajajajajajaja!».
Y así, con su nueva sonrisa, su pelo y hasta las orejas llenas de barro, junto a la risa del pato aún resonando en sus oídos, Clara se fue a casa saltando y cantando con su mamá, sabiendo que la próxima vez que fueran al zoo, ¡los animales ya tenían preparado un espectáculo de risas para ella y divertidas aventuras!.
Y colorín colorado, este cuento de aventuras y animales divertidos ha terminado.
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