Efrén y su perrita Lola, buscadores de líos y tesoros

Efrén tenía ocho años, las rodillas siempre raspadas, el pelo como un nido de pájaros despistados y una imaginación tan gigante que a veces su madre tenía que decirle:—¡Efrén, baja de las nubes y termina el desayuno!. Pero Efrén no desayunaba solo. Lo acompañaba…