La colección de fósiles de amonitas de Martín

Había una vez un niño llamado Martín que soñaba con ser el explorador más famoso del mundo. ¡Le encantaba la idea de descubrir cosas antiguas y misteriosas!. Su habitación estaba llena de mapas, brújulas, y hasta una lupa gigante que usaba para «investigar» todo lo que encontraba. Pero su mayor sueño era encontrar fósiles, esos restos de animales y plantas que habían vivido hace millones de años.

Un día, Martín y su familia decidieron hacer una excursión a la montaña. «¡Vamos a buscar fósiles, mamá, papá, ¡yo sé que ahí hay algo secreto esperando ser descubierto!» gritó Martín, saltando de emoción. Claro, sus padres pensaron que se refería a piedras y ramitas, pero Martín estaba convencido de que encontraría un gran tesoro.

La montaña era alta y hermosa, llena de árboles grandes y rocas gigantes. Martín no perdió el tiempo y, con su lupa en mano, empezó a inspeccionar cada piedra. «¡Aquí no hay nada interesante!», pensó mientras saltaba de un lado a otro. Pero entonces, al dar un paso en falso, ¡tropezó con una piedra grande y rugosa que hizo un ruido raro!

«¡Esto suena diferente!» exclamó, agachándose rápidamente. Miró con su lupa y, para su sorpresa, vio algo que parecía un fósil de amonita: ¡una espiral antigua y misteriosa!

«¡Lo encontré, lo encontré!» gritó Martín, saltando como loco. «¡Es un amonita, es un amonita! ¡Voy a ser un gran explorador!».

Su familia, que estaba un poco atrás, miró hacia donde Martín señalaba. «¿Qué dices, Martín?» preguntó su papá, ajustándose las gafas de sol. «¿Encontraste una piedra rara?».

«¡No, papá! ¡Es un fósil de amonita!» dijo Martín, sonriendo de oreja a oreja. «¡Y voy a buscar más!».

Martín no podía creer su suerte. Corrió de un lado a otro, mirando bajo cada piedra, metiendo su mano en las grietas de las rocas, y… ¡¡allí estaba!! Otro fósil de amonita, ¡y otro, y otro más! No podía dejar de encontrar espirales de todos los tamaños.

Su mamá, que estaba tomando fotos de flores, lo miró y preguntó: «¿Estás seguro de que esos son fósiles, Martín? ¿No serán solo piedras que parecen espirales?».

«¡Mamá, los amonitas vivieron hace millones de años! ¡Son fósiles de criaturas prehistóricas!» explicó Martín, con una voz llena de autoridad, como un verdadero experto en fósiles.

A medida que caminaban por la montaña, Martín seguía buscando. Cada vez que encontraba otro fósil, lo metía cuidadosamente en su mochila, ¡y su colección crecía más y más! Ya tenía un montón de amonitas, y se sentía como un descubridor famoso. Ya se imaginaba en el museo de historia natural, dando charlas sobre sus descubrimientos.

Pero entonces, al llegar a una zona rocosa, Martín vio algo extraño: ¡un fósil gigante de amonita, ¡tan grande como una rueda de bicicleta!

«¡Este es el hallazgo del siglo!» gritó, de repente tirando su mochila por los aires. Corrió hacia el fósil y empezó a gritar: «¡Papá, mamá, vengan rápido, este es el más grande de todos!».

Pero cuando sus papás llegaron, se dieron cuenta de que no era un fósil real. Era un gran plato de cocina que alguien había dejado allí como si fuera una roca. Todos se quedaron en silencio un momento… hasta que empezaron a reírse a carcajadas.

«¡Martín, eso no es un fósil, es un plato gigante!» dijo su mamá, señalando la marca de «Made in China» en la parte de atrás.

«¡Ups! Bueno, parece que me dejé llevar por la emoción», dijo Martín, sonriendo con timidez, pero sin perder su entusiasmo. «¡Al menos tengo muchos fósiles de amonita auténticos para mi colección!»

Y así, entre risas y bromas, Martín siguió su aventura. Aunque no encontró más fósiles gigantes, sí logró hacer una gran colección de amonitas de todos los tamaños. Al final del día, caminaba orgulloso, con su mochila llena de «tesoros prehistóricos», listo para contarle a todos en la escuela que, aunque había encontrado un plato gigante en la montaña, ¡era un explorador experto en fósiles!.

Y así, Martín aprendió que ser un gran aventurero no siempre significa encontrar algo increíblemente raro, ¡pero sí divertirse muchísimo mientras lo intentas!.

Colorín colorado, este cuento de aventuras ha acabado.

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