Había una vez, en un lugar llamado Zombilandia, un zombi llamado Zacarías. A Zacarías le encantaba cocinar, aunque a veces sus recetas eran un poco… ¡extrañas! Un día, decidió que quería preparar un banquete especial para todos sus amigos zombis: ¡nuggets de pollo!.
Zacarías no tenía mucho en su despensa, solo algunas patas de resorte, un par de cerebros (por si acaso), y un montón de ojos de bicho. Pero él estaba decidido. Con su delantal a rayas y su gorro de chef, se puso a trabajar.
Primero, fue al mercado de Zombilandia, donde vendían ingredientes muy raros. «¡Necesito pollo para mis nuggets!», gritó Zacarías. El tendero, que era un esqueleto muy amiguero, le miró con una sonrisa y le dijo: «Aquí no tenemos pollo, pero tengo un par de cucarachas y un pez de colores». Zacarías pensó que podría hacer algo con eso. ¡Después de todo, los zombis son muy creativos!
Regresó a casa y comenzó a mezclar lo que tenía. Agarró un puñado de ojos de bicho y los lanzó al tazón. «¡Esto le dará un toque crujiente!», dijo mientras los ojos rebotaban en la mezcla. Luego, añadió las patas de resorte. «¡Más textura!», pensó. Pero cuando vio la mezcla, se dio cuenta de que se parecía más a un batido extraño que a nuggets.
Finalmente, Zacarías decidió que necesitaba un poco de sabor. Agarró su frasco de salsa especial, que estaba hecho con lagartijas y un poco de «sorpresa zombi» (nadie sabía realmente qué era, pero todos decían que estaba delicioso). Vertió un buen chorro en la mezcla y ¡zas! Todo comenzó a burbujear y a hacer ruidos raros.
Después de una larga hora de «cocción», Zacarías sacó sus nuggets. Eran verdes, brillantes y tenían un olor… ¡extraño! No obstante, estaba orgulloso de su obra maestra. «¡Serán un éxito en la fiesta de esta noche!», pensó.
Al caer la noche, invitó a todos sus vecinos zombis a su casa. Los zombis llegaron con sus andares torpes, algunos incluso se tropezaron con sus propias patas. «¡Hola, amigos! ¡He preparado algo especial!», dijo Zacarías, levantando su bandeja de nuggets brillantes.
Los zombis se miraron entre ellos, un poco dudosos, pero la curiosidad pudo más. Cada uno tomó un nugget y lo probó. En ese momento, sus ojos se iluminaron (literalmente, algunos incluso comenzaron a brillar en la oscuridad). «¡Esto es increíble!», gritó una zombi con una peluca de algas. «¡Nunca había probado algo tan… raro y delicioso!».
Zacarías no podía creerlo. Los zombis comenzaron a bailar, haciendo movimientos extraños pero divertidos, mientras gritaban: «¡Nuggets de Zacarías, nuggets de Zacarías!». La fiesta se volvió un gran éxito, con todos riendo y disfrutando de los “nuggets”.
Al final de la noche, Zacarías se sintió feliz. Había demostrado que, aunque a veces lo que se cocina no es lo que uno espera, con un poco de imaginación y diversión, se puede hacer sonreír a todos en Zombilandia. Y así, Zacarías se convirtió en el zombi chef más famoso del lugar, conocido por sus locas recetas que siempre traían alegría.
Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!.
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