Había una vez un niño llamado Carlitos, que era un gran aventurero. Un día, mientras exploraba su jardín, encontró un agujero en el suelo que brillaba con todos los colores del arcoíris. Curioso como siempre, decidió asomarse.

—¡Guau! —exclamó Carlitos—. ¡Esto parece un portal mágico!

Sin pensarlo dos veces, se lanzó al agujero y, de repente, se sintió como si estuviera volando en una montaña rusa de colores. Cuando finalmente aterrizó, se dio cuenta de que estaba en un planeta extraño y maravilloso llamado Croquetón.

El cielo era de un color morado brillante y había árboles que daban frutas que parecían caramelos. Pero lo más sorprendente eran los habitantes: ¡eran criaturas peludas con grandes ojos y sonrisas enormes! Se llamaban «Croquetitos» y estaban muy emocionados de ver a Carlitos.

—¡Bienvenido a Croquetón! —gritó uno de ellos—. ¡Aquí tenemos aventuras increíbles!

Carlitos no podía creerlo. De repente, uno de los Croquetitos le entregó una pistola láser brillante.

—¡Con esto podrás disparar croquetas de jamón! —dijo el Croquetito mientras reía.

—¿Disparar croquetas? —preguntó Carlitos con los ojos muy abiertos.

—¡Sí! —respondió el Croquetito—. Aquí en Croquetón, las croquetas son la mejor arma para divertirse.

Carlitos tomó la pistola láser y apuntó al aire. Al apretar el gatillo, ¡ZAP! Disparó una croqueta que voló como un cohete y aterrizó justo en la cabeza de otro Croquetito que estaba bailando cerca.

—¡Oye! —gritó el Croquetito mientras se reía—. ¡Eso fue delicioso!

Carlitos no pudo contener la risa y comenzó a disparar más croquetas por todas partes. Los Croquetitos comenzaron a correr y a hacer acrobacias para atraparlas en el aire. Era como una guerra de comida pero llena de risas.

De repente, un gran ruido resonó en el cielo. Era un grupo de monstruos gigantes que venían volando en nubes de algodón de azúcar. Los monstruos tenían cara amistosa pero parecían hambrientos.

—¡Ayuda! —gritó uno de los Croquetitos—. ¡Los Monstruos Dulces quieren nuestras croquetas!

Carlitos sabía que tenía que actuar rápido. Con su pistola láser lista, comenzó a disparar croquetas hacia los monstruos voladores.

—¡Toma eso! —gritó mientras lanzaba croquetas por doquier.

Las croquetas volaron por el aire y comenzaron a golpear suavemente a los monstruos. Para sorpresa de todos, los monstruos empezaron a reírse a carcajadas al recibir las croquetas.

—¡Esto es increíble! —dijo uno de los monstruos entre risas—. ¡Nunca habíamos probado algo tan delicioso!

Al ver que los monstruos estaban disfrutando las croquetas, Carlitos tuvo una idea brillante:

—¿Y si hacemos una fiesta? ¡Podemos compartir nuestras croquetas!

Los Croquetitos y los Monstruos Dulces se miraron emocionados y comenzaron a preparar una gran fiesta con música alegre y muchas más croquetas. Todos bailaron bajo el cielo morado mientras lanzaban croquetas al aire como si fueran confeti.

La fiesta fue tan divertida que incluso Carlitos se olvidó del tiempo. Bailaron hasta que las estrellas comenzaron a brillar en el cielo colorido de Croquetón.

Finalmente, cuando llegó la hora de regresar a casa, Carlitos se despidió de sus nuevos amigos con promesas de volver algún día.

Al salir del agujero colorido en su jardín, Carlitos sonrió pensando en todas las aventuras locas que había vivido en ese planeta lleno de risas y… ¡croquetas!

Y colorín colorado, ya hemos gastado disparando todas las croquetas de este mundo y este cuento ya se ha acabado.

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