Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo. Lucas era un niño muy curioso, pero había un pequeño problema: ¡solo sabía decir «NO SE»!

Un día, su maestra, la señora Pérez, le preguntó: «Lucas, ¿sabes qué es un dinosaurio?» Y Lucas, con su gran sonrisa, respondió: «¡NO SE!» La señora Pérez se rió y siguió con la clase.

Al día siguiente, Lucas decidió ir al parque. Allí se encontró con su amigo Tomás, que le preguntó: «¿Quieres jugar a la pelota?» Lucas, emocionado, gritó: «¡NO SE!» Tomás se quedó confundido, pero al final decidieron jugar a las escondidas.

Mientras jugaban, Lucas se escondió detrás de un árbol. Tomás lo buscaba y le preguntó: «¿Dónde estás, Lucas?» Y Lucas, desde su escondite, respondió: «¡NO SE!» Tomás se rió tanto que casi se cae al suelo.

Después, se encontraron con una niña llamada Sofía, que les preguntó: «¿Sabes cómo se hace una pirueta?» Lucas, con su mejor cara de pensador, dijo: «¡NO SE!» Sofía, divertida, decidió mostrarles cómo se hacía. Pero cuando intentó hacer la pirueta, se cayó de espaldas y rodó por el césped. Lucas y Tomás no podían parar de reír.

Al final del día, Lucas se dio cuenta de que aunque solo sabía decir «NO SE», eso lo hacía especial. Siempre había algo divertido en sus respuestas. Así que decidió que, en lugar de preocuparse por lo que no sabía, iba a disfrutar de cada momento y hacer reír a sus amigos.

Y así, Lucas siguió viviendo aventuras, siempre con su famosa frase: «¡NO SE!», que se convirtió en el grito de guerra de su grupo de amigos.

Y colorín colorado, ¿NO SE si este cuento ya se ha acabado?. FIIIIINNNNNN 🙂

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