En un caluroso día en la selva, vivía un lagarto llamado Juanito. A Juanito le encantaba explorar, pero también soñaba con algo grande: ¡ser un dragón! Se imaginaba volando por los cielos y lanzando fuego, mientras todos los animales lo admiraban.
Un día, mientras exploraba una cueva oscura y misteriosa, Juanito se encontró con un montón de polvo brillante. Un letrero decía: «¡Cuidado! Este polvo es mágico y puede hacerte cumplir tu mayor sueño, pero la cueva es peligrosa».
—¡Qué emocionante! —pensó Juanito—. ¿Qué podría salir mal?.
Sin pensarlo dos veces, decidió probar un poco del polvo. ¡Zas! En un abrir y cerrar de ojos, Juanito comenzó a brillar como una estrella. Se miró en un charco y, para su sorpresa, ¡ya no era un simple lagarto! ¡Era un dragón deslumbrante!.
—¡Soy un dragón! —gritó Juanito, haciendo un pequeño salto de alegría. Pero al saltar, se dio cuenta de que no sabía volar. “¡Ay, esto va a ser un reto!”, pensó.
Con mucho esfuerzo, decidió intentarlo. Juanito se puso en una gran roca, tomó una profunda respiración y, al intentar despegar, ¡saltó y cayó de espaldas! Un grupo de mariposas cercanas empezó a reírse.
—¡Vamos, Juanito! ¡Tú puedes! —gritaron las mariposas, animándolo.
Juanito se levantó y, con determinación, subió nuevamente a la roca. Esta vez, se concentró y pensó en todas las aventuras que quería vivir. ¡Y lo intentó de nuevo! Con un gran batir de alas (aunque no sabía cómo usarlas), ¡despegó! Pero en lugar de volar alto, comenzó a girar en círculos como un torbellino sin control. ¡PUUUUUMMM!.
—¡Eso no es volar! —gritó Juanito, mientras caía en un arbusto de flores.
Las flores comenzaron a reír y a aplaudir. “¡Eso fue impresionante!”, decían. Juanito, aunque un poco avergonzado, se levantó y decidió que tenía que aprender a volar bien.
Con la ayuda de sus nuevos amigos, las mariposas, comenzó a practicar todos los días. Hacían concurso de vuelo, y aunque Juanito no siempre ganaba, se divertía muchísimo. ¡Incluso una vez accidentalmente hizo que un grupo de pájaros hiciera un espectáculo de acrobacias!.
Finalmente, después de mucha práctica y muchas risas, Juanito se sintió listo. Un día, mientras el sol brillaba en el cielo, se preparó para su gran despegue. Se colocó en la cima de una montaña y, con todo su esfuerzo, ¡despegó como un verdadero dragón! Esta vez, voló alto, ¡muy alto!.
—¡Soy un dragón volador! —gritó, sintiéndose libre como nunca.
Desde entonces, Juanito voló por todo el mundo, explorando montañas, ríos y playas. Hizo amigos en cada lugar que visitaba, y cada vez que aterrizaba, contaba historias de su cueva y su polvo mágico.
Un día, regresó a la selva y todos los animales se reunieron para celebrar su éxito. Juanito, con su espléndido brillo de dragón, dijo:
—¡Gracias, amigos! ¡Sin su apoyo, nunca hubiera volado tan alto!.
Y así, el lagarto Juanito, convertido en un brillante dragón, continuó su vida de aventuras, siempre recordando que, a veces, los sueños más locos pueden hacerse realidad, ¡solo si te atreves a intentarlo!.
Y colorín colorado, ¡este cuento de Juanito el dragón se ha acabado!.
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