Había una vez, un niño al que le encantaba montar y coleccionar piezas únicas de bloques de construcción. Un día, Nacho, estaba emocionado porque en navidades le habían traído un set de Lego supermegaespecial y raro, era muy difícil de conseguirlo, pues en la caja ponía que la edad recomendada para montarlo era de más de 99 años y tenía más de 8.725 piezas, ¡alucina!.

El set era una planta carnívora gigantesca que se encontraba en medio de un bosque mágico, ¡y venía con tornillos, motores, luces y hasta cemento para armarlo!. Claro, Nacho no entendía muy bien por qué había cemento en un Lego, pero decidió seguir las instrucciones a ver si se aclaraba para empezar a montarlo.

Al principio, todo parecía sencillo: encajar las piezas, colocar las hojas, los pétalos… ¡pero luego empezó lo divertido!. Para conectar las piezas más grandes, ¡tuvo que usar un destornillador!.

¡Esto es como construir una casa de verdad en miniatura, ¡y con cemento y todo!. ¡Qué horror, no acabaré nunca!», dijo Nacho, riendo a carcajadas mientras apretaba las piezas. «¿Quién inventó este Lego?. ¡Es un trabajo de locos!». Pero él no se dejó vencer y siguió paso a paso. Porque si algo sabía Nacho, es que no hay reto imposible para él.

A medida que avanzaba, la cosa se ponía aún más rara. El motor para hacer que la planta carnívora se moviera no encajaba bien, y las instrucciones parecían estar escritas en un idioma de alienígenas, poco se entendía de lo que había escrito. «¿Dónde están las piezas para el motor?», pensó, mirando la caja como si esperara que de repente saliera un mapa del tesoro. De repente, las piezas comenzaron a brillar, y ¡ZASSSS!, lo que tenía medio montado empezó a moverse como si tuviera vida propia.

«¡Hola, pequeño constructor!», dijo la planta, abriendo sus enormes hojas y mostrando un par de ojos brillantes como si estuviera más emocionada que él.

«¿Eres… un… un Lego que habla?», preguntó Nacho, mirando con los ojos como platos.

«¡Sí!. Soy la Planta Carnívora Mágica del Bosque Encantado», contestó la planta, haciendo un gesto con sus ramas. «Y necesito tu ayuda. Si completas este set correctamente, podrás escapar de este bosque… ¡pero si te equivocas, quedarás atrapado aquí para siempre, y tendrás que hacer todos los sets de Lego del mundo, desde más de 4 años hasta más de 99 años!.

Nacho, en lugar de asustarse, se puso más emocionado que nunca. «¡Esto sí que va a ser una aventura épica!», pensó mientras se lanzaba de cabeza a seguir el complicado manual sacado del mismísimo planeta Júpiter. Pasaron horas, la mañana se convirtió en tarde, y la tarde se convirtió en noche, pero Nacho no se detuvo ni un segundo, hasta que se hicieron las 11 de la noche, y ya su mamá le dijo que ya estaba bien y era hora de dormir, que mañana siguiese, pero no podía hacerlo sino quedaría hechizado con el conjuro de tener que construir los 725.823 sets de Lego que existían en el mundo, y claro, Nacho no tenía tanto tiempo para hacer eso ni en 150 años.

Así que siguió concentrado y con cada pieza que colocaba, la planta comenzaba a moverse, a extender sus ramas ya parpadear con luces brillantes, como si estuviera viva. Pero de pronto, se escuchó… «¡Lo lograste, Nacho!. ¡La planta está lista para la aventura, y tú también!», dijo la planta, antes de desaparecer entre los árboles del set de construcción ya totalmente montado, con sus luces, motores, tornillos, menos el cemento que aún no sabía para que era.

Finalmente, cuando Nacho lo terminó de construir, se dio cuenta de algo impresionante: ¡había construido una planta carnívora mágica que no solo se movía, sino que hablaba, y todo con un set que ni siquiera era para su edad!. «¡Esto es más divertido que cualquier juego de mesa o videojuego!», pensó, mientras se recostaba en su silla con los ojos brillando de orgullo de haber conseguido la misión. Sabía que había sido un reto enorme, pero él nunca se rindió. Porque cuando Nacho se propone algo, ¡nada lo puede detener, es cabezota como él solo!.

Y colorín colorado, Nacho terminó su gran obra de arte de construcción, aunque sin saber bien porqué había qué hacer con el cemento que había dentro de aquella caja… Eso seguro que lo descubriremos… ¡en el siguiente capítulo!.

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