El gran misterio del Hada Madrina desaparecida

Había una vez una niña llamada Valentina, que vivía en una casa rodeada de jardines llenos de flores. Un día, mientras jugaba al escondite, se dio cuenta de que algo raro pasaba. ¡Su hada madrina, Estrella, había desaparecido!. «¡Estrella! ¿Dónde estás?», gritó Valentina, pero no obtuvo respuesta.

Valentina decidió que tenía que encontrarla, pues sus tardes en el jardín no serían lo mismo sin ella. Así que, con su mochila llena de manzanas, un mapa misterioso que Estrella le había dado hace tiempo para buscar tesoros piratas perdidos (aunque parecía más un dibujo de una pizza gigante de pepperoni que un mapa del tesoro), y una brújula de juguete que no dejaba de girar en círculos siempre… la niña se ató sus zapatillas fuerte y salió de casa. «¡No me rendiré hasta que la encuentre!», dijo con una sonrisa decidida.

Primero, Valentina fue al bosque cercano. Al principio, todo estaba tranquilo, pero de repente, vio algo realmente extraño: una ardilla con gafas de aviador, un bigote que le llegaba hasta las orejas y una gorra de rapero… Aquella ardilla… estaba… ¡bailando la Macarena, dale a tu cuerpo alegría Macarena, tititirirriti tiriti tiri ri…! «¡Hola! ¿Has visto a Estrella?», le preguntó Valentina completamente sorprendida por el espectáculo que estaba viendo en directo.

La ardilla que no paraba de mover sus patitas al ritmo de la música, la miró y dijo: «¡No! Pero he visto a un grupo de patos con zapatos rojos que están cantando ópera. ¿Quieres unirte a ellos y hacer un dueto?. Yo no puedo acompañarte porque estoy ensayando mucho para un concurso de la tele, ¡seguro que ganaré!».

Valentina soltó una carcajada. «¡Eso suena muy raro, que tenas suerte amiga!. Mejor sigo buscando a Estrella. Gracias, ardilla.» Y continuó su camino.

Más adelante, Valentina llegó a un campo de flores que cantaban canciones como si fueran un coro de opera. Las flores, con voces muy graves, le dijeron: «¡Hola niña, hemos visto a Estrella volar por aquí!. Pero se fue volando en una alfombra mágica. Si quieres encontrarla, tendrás que seguir el rastro de polvo de estrellas.»

Valentina miró al cielo y vio un rastro brillante que parecía ir hacia el infinito horizonte. Con mucho entusiasmo, siguió el rastro hasta llegar a un río… ¡de chocolate! ¡Sí, un río de chocolate!. Valentina no podía creer lo que veía. «¡Esto es como un sueño!», pensó. Pero antes de zambullirse, un pez gigante, con gafas en forma de estrellas y un sombrero de copa, salió del río con un triple salto mortal hacia atrás y le dijo: «¿Qué haces aquí? ¡Cuidado con los peligrosos patitos bailarines niña!».

Valentina, un poco confundida, preguntó: «¿Patitos bailarines? ¿Qué es eso?».

«¡Son patitos que hacen piruetas!. Y si te siguen, tendrás que bailar con ellos hasta el amanecer, así que cuidado, porque hay gente que no llega al amanecer y se convierte en roca y se queda aquí para siempre», dijo el pez mientras hacía otra voltereta, ahora hacia adelante, y de pronto, se sumergió en el río de chocolate y desapareció.

Valentina comenzó a reír tan fuerte que casi se le caen las galletas de su bolsillo. «¡Eso sí que es raro, llevaré cuidado, espero no encontrármelos por si acaso! Mejor sigo buscando a Estrella», dijo entre risas.

Siguió el rastro de polvo de estrellas hasta llegar a una montaña… ¡de helado gigante!. Y en la cima, ¡allí estaba Estrella, flotando sobre un cono de helado gigante, con sus gafas de sol rosas y comiendo una nube de algodón de azúcar de color azul! «¡Estrella! ¡Te encontré!», gritó Valentina corriendo hacia ella.

Estrella sonrió y dijo: «¡Oh, Valentina! Te estuve esperando, pero quería ver si eras valiente y podías disfrutar de todas las aventuras del camino. Es divertido encontrar nuevas sorpresas, ¿verdad?».

Valentina, con los ojos brillando de felicidad, asintió. «¡Sí! Todo fue tan divertido, aunque no sabía si iba a encontrar helado, patitos bailarines mágicos o un río de chocolate con ranas dentro. ¡¿Qué locura es esta?!».

Estrella le dio un gran abrazo y, con un toque de su varita mágica, creó una nube de garrotes de caramelos de todos los sabores que las llevó de regreso a casa.

«¿Sabes, Valentina?», dijo Estrella mientras volaban, «A veces, las aventuras pueden ser raras, un poco caóticas y muy, pero que muy divertidas seguro. Lo importante es disfrutar cada momento, porque todo lo que buscas está en el camino y no solo al final de él.»

Y colorín colorado, Valentina aprendió que, aunque las aventuras pueden ser muy raras y a veces un poco desordenadas, lo mejor es disfrutar de cada sorpresa y no tener miedo a vivirlas, así que, no tengas prisas en llegar al final, porque lo mejor de todo está en vivirlas durante el camino.

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